jueves, 22 de mayo de 2008

Érase una vez...

Érase una vez

Érase una vez, un mundo muy muy lejano, en el que había muchos reinos, cada uno con un castillo, un rey y una princesa resguardada por un dragón. Aquellas eran tierras protegidas por nobles caballeros, grandes hechiceros, y escondidas de la oscuridad por los más sabios y los más expertos alquimistas.

Érase un mundo reinado por la magia, la naturaleza, y el orgullo de quienes sobresalen ante los demás, no solo por su astucia, si no por su valor y su espiritualidad. Un lugar en que todo es posible. En el que existe una criatura mágica para cada situación especial, para las damas un hada madrina, para los jóvenes su propio espíritu guardián, para los enamorados su ángel protector, para los adultos un su respectivo sapo encantado u dama dormida, y para los mas ancianos, el poder de hablar con sus muertos

Érase un mundo en el que la gente no moría de enfermedades, sino defendiendo sus propios ideales; en que los ancianos eran respetados por su sabiduría y no su decrepites, los jóvenes eran vistos como los guardianes de los ideales del reinado, los bebes bendecidos por encantamientos, y ofrendas, y las plagas solo existían como historias.

Érase un mundo sin hambre, sin desdicha, sin desigualdad, sin tristeza, sin grandes problemas terrenales, sin burócratas, sin corrupción
Érase una vez un mundo sin verdad…